jueves, 10 de diciembre de 2009

Helsinki at nigth (y algún refuerzo diurno)

Se va acercando el fin de la 1ª parte.

Para recompensaros por tanta tortura lingüística y esperando que no se me haya quedado nadie en el camino, ahí van unas cuantas instantáneas de la ciudad en la que vivo, en la que vivimos, al caer el día.

En primer lugar, la Iglesia Ortodoxa. Es una de las dos catedrales que hay en Helsinki. La otra es protestante y de un color blanco pulcro. Ya os hablaré de ella en otra ocasión. Ésta está situada en la Isla de Katajanokka, muy cerca de casa.




Al otro lado de la Catedral se encuentra situado uno de los edificios diseñados por el arquitecto finlandés Alvar Aalto. Es una de las personalidades más reconocidas aquí y la verdad es que el hombre hizo méritos para ello. Aparte de destacar en la arquitectura, también despuntó en el diseño de mobiliario y en el de joyas.
Este edicio deja entrever su tan característico estilo, moderno, sencillo y funcional.



Sólo una pega: su ubicación. A menos, claro, que los ortodoxos colocaran, detrás de tan emblemático edificio, su Catedral a posteriori...



Antes de continuar, permítanme el pataleo (¡ y ojo con el azul del cielo!): ¡ahí lo llevas Alvar, justo enmedio! :P



Ya.

Seguimos.


En la siguiente imagen, el puerto, situado a 5 minutos escasos de nuestro edificio, tras cruzar el parque. Al fondo, tras el barco, está el mercado en el que, de vez en cuando, compramos pescado y carne.



Pero, sobre todo, paramos a tomar sopa calentita para almorzar cuando nos coge de camino. Visita obligada para todo áquel que venga a vernos. La sopa está deliciosa y deja el hambre bien saciada para seguir turisteando.



Hablando de sopas ricas y calentitas. Dani preparó, hace unos días, una sopa Thailandesa. Estaba de muerte. No podía dejar pasar la ocasión de agradecérselo públicamente al Chef de Tähtitorninkatu. He aquí la prueba:




Por último, os presento una fotografía que tomé un día que hicimos un largo paseo rodeando el lago de Töölönlahti. Esta vez tuvimos que alejarnos para encontrarnos con el Museo Nacional de Finlandia...



... y, enfrente, a escasos metros, el Edificio Finlandia Talo, también diseñado por Aalto. Grato recorrido áquel.



Espero que os haya gustado el recorrido.

No me gustaría despedirme sin matizar el título: "Helsinki at night", a eso de las 5 de la tarde...

Besos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El sol de mediodía y el cielo a medianoche

Ni una cosa ni la otra, cada una con su matiz.

Desde que llegué, hace ya algo más de un mes (parece mentira...), apenas he visto el sol un par de veces o tres. Lo que no significa que el día estuviese despejado. Pero, ¡merece tanto la pena! Es increíble, con lo que es un solazo de mediodía pegando fuerte en Sevilla y que aquí no exista ese concepto. O, al menos, eso pienso. El sol de mediodía es el mismo que el de por la mañana, y el mismo que el de por la tarde (hasta no más de las cuatro, que ya es noche casi cerrada), y el mismo que el de media mañana... Su trayectoria en el horizonte es tan baja que apenas se aprecia diferencia durante las horas en que se deja ver. Pero no se engañen. No es comparable a ningún momento del día en España. Yo deseaba que, al menos un día, despejase sólo para sentir que son las 7 p.m. y está atardeciendo (aunque, efectivamente, a esa hora aquí, en otoño e invierno, ya es de noche). Cuán equivocada estaba. Resulta desconcertante mirar el reloj, ver que son las doce del mediodía y que el sol esté tan bajo, rezagado, despierto pero sin ganas de levantarse. Aún asi, no he sido capaz de encontrar analogía visual en mi memoria (y de esta memoria si que gasto!); el recuerdo más parecido que me viene es el de muchas tardes de domingo, cuando la noche nos sorprendía haciendo un guiso en familia allá por "Los Hierros". Y no sé muy bien por qué, pero casi me huele aquello.



Fueron muchos los que me auguraron que me encontraria con una luz nueva, distinta, nunca vista. Cierto es. Ni siquiera un día nublado se presenta igual.

Y mucho menos la noche. Llega sin avisar, cerrándole la puerta al atardecer. Pasa de ser, tímidamente, de día a oscurecerse, sin dar lugar a la hora del té. Sin embargo, el principio de la, llamémosla, oscuridad, puesto que no se corresponde con las horas de noche a las que estamos acostumbrados, se presenta también con un aspecto raro, poco común, al menos, a mis ojos. Es algo así como que el sol, después de remolonear toda la mañana, no quiera irse tan temprano de recogida y deje un haz de claridad en lo que pronto pasa a ser un negro infinito.

No pido que entiendan lo que digo. Pero si intento hacer que os pique la curiosidad de querer ver esta luz (o su ausencia) con vuestros propios ojos. Espero haberlo conseguido. Si no, tocará hablar de la nieve...



Problemas con las fotos. Había, al menos, una más... :(
En cuanto pueda, la/s añado.