jueves, 25 de febrero de 2010

Frozen sea

Antes de llegar a Helsinki esta segunda vez, subí un vídeo en el que Dani andaba por el mar congelado. Me moría de la envidia sólo con verlo. A los pocos días de llegar aquí fuímos a los mismos sitios donde él estuvo grabando el vídeo y nos adentramos, juntos, hacia los más profundo del abismo acuático. O al menos, eso hubiésemos querido. Había poca gente ese día por allí y, aunque osados, no estamos locos y preferimos ser prudentes. Estuvimos tanteando aquello y es, sencillamente, una experiencia única. Y el que estuviésemos solos lo hacía aún más mágico.

Tuvimos la oportunidad de ver como se paseaban por allí personas arropadas con simples toallas de lavabo. Nos quedamos estupefactos. Hasta que vimos lo que tantas veces en la tele: se dirigían a uno de esos estanques naturales que consiguen obtener al escarvar el hielo, a la orilla del mar, para darse una baño rápido en agua hiperfría (que no congelada...) y de vuelta para la sauna. En serio, hay que tener mucho valor. Y ya tiene mérito el simple hecho de pasearse con la toalla. El resto, ni hablamos... El agua está tan fría y hace tanta rasca que es necesario colocar una bomba bajo el agua que la vaya removiendo para que no vuelva a congelarse. Si os fijais en el vídeo, se ve como sobresalen las pompas que provienen de ese bombeo. Porque, no pensaríais que era un jacuzzi, ¿no?

Hablando de jacuzzis, lo último que aparece en el vídeo es uno de ellos, al aire libre. Desde luego, se lo montan bien estos finlandeses. Le sacan el máximo partido al frío que les acompaña seis meses, cada año. Alguna manera debe haber para sacárselo a los 40º grados que nos acompañan a nosotros en verano, ¿verdad?

¡Ah!, y a quién se cachondee de mis andares, mezcla pato mareao y mezcla Chaplin, le invito a que venga a probar, no es nada fácil. Además, Dani, no me ayudas nada con la cámara rápida (ya hablaremos, ejem). Carcajadas vale, ¡me río hasta yo! Pero cachondeo, poquito... :)





¿Veis cómo lo interesante es venir en invierno?


Montaje y música: Dani

domingo, 21 de febrero de 2010

Rasquita no, ¡rasca!

Ahora SÍ que hace frío.

Este fin de semana ha sido el más invernal que recuerdo. Se ha juntado todo de una vez: el frío, la nieve y el viento. Nunca había presenciado tormentas de este tipo y son extraordinarias. Desde el sofá, claro.

El sábado, durante el día, la nieve dio tregua y el viento sólo se hacía notar de vez en cuando. Frío hacía un rato. Con excusas varias, salimos a ver qué tal sentaba aquello.

Por la mañana fuímos al mercado, a ese que está al lado de casa y que ya he mencionado en alguna otra ocasión. La primera impresión, cuando te golpeas de frente con -20ºC, es la de no poder respirar. Afortunadamente, a ese impacto se habituan los pulmones rápidamente. El resto es difícil de explicar. Las orejas y la nariz son las que más lo acusan, se enfrían tanto que llegan a dormirse después de no poder doler más. Ahí es cuando es importante tener un pañuelo a mano... Los ojos lloran y las lágrimas se llegan a congelar. Parece una exageración pero vas notando como todas las secreciones se van endureciendo en tu rostro.

Por la tarde fuímos nuevamente a esquiar. A pesar del frío y de los azotes de viento, esquiar es y fue toda una experiencia. Sarna con gusto no pica, cierto es. Pero lo que no te quita nadie es el dolor en los dedos de los pies cuando tu cuerpo empieza a enfriarse. Cafecito antes de emprender el viaje de vuelta y calefacción a tope en el coche, sobre todo, la de los asientos radiantes.

Por la noche teniamos una reserva para cenar en un restaurante que está relativamente cerca de casa. En una situación normal, habría sido un agradable paseo de unos veinte o veinticinco minutos, dejando atrás el puerto. Por esta razón ni se nos pasó por la mente el no poder ir andando hasta allí. Pero la tempestad hizo, nuevamente, acto de presencia y aquello se convirtió en una marcha agónica a contra reloj para no quedar inmortalizados como estatuas a orillas de Esplanadi. Y encima, cruzando el puerto. Nunca pensé que una lugar pudiese estar tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Lo que si tengo que decir es que la cena estuvo espectacular.

El domingo, como era de esperar, estuvimos todo el día encerrados en casa, a cal y canto y con los móviles desconectados, a lo peli-manta.

Os dejo, pues, con un resumen visual de lo que ha acontecido estos últimos días por la ciudad donde, este fin de semana, ha dado la vuelta el viento, no sin antes incidir en el hecho de que hemos confirmado que el termómetro del salón, áquel que nos marca la temperatura exterior, está unos 6ºC por debajo... Ahí lo dejo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Juegos Olímpicos de Invierno. Helsinki, 2010

Aquí en Helsinki, ahora, en epoca de nieves, el simple gesto de comprar algo de pan para desayunar, supone toda una carrera de obstáculos. Desde que he cruzado el umbral de la puerta del edificio donde vivo hasta que he llegado a la panadería, todo han sido pruebas a superar, una detrás de otra.

En primer lugar, el desplazamiento a pie en sí mismo. Analizando la situación con la que me encontré ayer, he llegado a una conclusión: lo mejor para desplazarse por la ciudad serían, sin duda, los esquíes pero, lamentablemente para mí, la gente los utiliza para hacer "Cross country", es decir, a modo de ejercicio físico, como si fuese senderismo o footing por lugares poco concurridos. Los patines para patinar sobre hielo también estarían bien si todo fuese hielo, of course, pero no, no es el caso. Y el trineo molaría siempre y cuando quisieses ir cuesta bajo y, obviamente, alguna vez has de subir. No obstante, aquí la menda, va con botas, botas de nieve. Son calentitas de verdad pero el continuo resbalón no te lo quita nadie. Estuve pensando clavarle puntillitas en la suela pero, al final, he decidido que mejor ando con mucho cuidaíto y listo.

Pues me pongo a andar con mucho cuidaíto, a veces sobre auténticas placas de hielo, y me encuentro con una valla que me indica que tengo que cambiar de acera porque están quitando nieve y carámbanos de un tejado. Allá que me dispongo a cambiar de acera, no sin antes buscar el correspondiente paso de cebra que, con el barrizal que hay montado en la calzada, es difícil de encontrar.

Hagamos un inciso. Ahora empiezo a entender algunas cosas que, allá por noviembre, no tenían ningún sentido. Una de ellas es que aquí no se puede pretender que un conductor se pare ante un paso de cebra cuando los propios pasos de cebra dejan de existir durante unos meses, ¡N O S E V E N! Esto parece el circuito del Jarama con tanta tierra mezclada con la nieve, ¿recordáis alguna foto antigua de algún pueblo o ciudad antes de que las calles estuviesen asfaltadas?? pues peor, más enfangonao todo.

Seguimos. Me encuentro cruzando una calle por cualquier sitio en el que intuyo un paso de cebra. Aunque a veces ni eso, prefiero cruzar por cualquier sitio que andar esquivando las vías del tranvía. Totá, no se iban a parar... Y no olvideis lo que os contaba al principio, el caminar no es tarea fácil con un terreno tan impracticable. Una vez que consigo alcanzar el otro lado, a escasos 10 metros, te encuentras, nuevamente, con la misma cantinela. Pues nada, volvemos a empezar. Así hasta cuatro veces en un trayecto que apenas dura 15 minutos la ida. 15 minutos en el mes de agosto, porque con tanto altercado, en esta época, aumenta, como mínimo en 10.

Y, por fin, llegas. Dices "moi", señalas el pan que quieres, le dices a la muchacha rubita que te lo corte en rebanadas, pagas, sueltas el "moi, moi" correspondiente y te vas. Tanto para tan poco. Ahora, ese pan está delicioso. Merece mucho la pena.

Vale, ahora el camino de vuelta. Lo mismo que la ida, que no es poco, y listo, ¿no? Pues no. Puedes tener la mala suerte de que, mientras hacías el recado, hayan empezado a quitar nieve del tejado que está justo encima de donde te hallas. Esto más que un problema en sí mismo, es una experiencia abrumadora. Abres la puerta, vas a dar el primer paso y alguien a silbatazos te pide que te detengas. No sabes muy bien de qué va el tema hasta que, en ese justo momento ves como, delante de tus narices, cae una avanlancha de nieve que termina por salpicarte. Sí, va a ser mejor que me espere. El tío se pone a dar pitidos como un loco, mirando hacia arriba a la vez que hace aspavientos a sus compañeros con la mano. En cuestión de segundos está todo solucionado. Ahora, sal de allí y, con semejante expectación, procura no carte... La presión en ese momento es máxima, creerme.

Eso sí, la nieve aquí proporciona muchos puestos de trabajo. No me extraña que Finlandia sea uno de los países con el índice de paro más bajo. Está el que quita la nieve de la calzada, el que la amontona, el que viene con el camión a llevársela (raro es no tener que esquivar a estos tipos también cuando osas salir a la calle), los que la quitan del tejado junto con los que vigilan, con un silbato, desde abajo, los que echan la gravilla para que no resbale el suelo y un largo etcétera.

Decir, a favor de los finlandeses, que toda esta situación, para mí caótica, ellos lo viven con absoluta normalidad. Vamos, que no ves que todo el mundo vaya por la calle revolucionado, ni enloquecido. Sólo se nos ve así a aquellos que estamos de paso. Y eso, desgraciadamente, se nota.




Música y montaje: Dani

viernes, 12 de febrero de 2010

Forofa de las nieves

¡Uualaaa, cómo mola esquiar!! Al final, Dani accedió a mis ruegos y me enseñó, ¡y muy bien qué lo hizo! Sobre todo reconforta, a posteriori, los 80 euros que nos hemos ahorrado en clases ;)

Y digo a posteriori porque cuando yo me planté en lo alto de la mini-laderita pequeña, ¡por los cojones pequeña!, lamentaba que ese día no impartiesen clases. Porque Dani ponía mucha voluntad pero a mí, encontrarme allí me daba un canguele difícil de explicar. Hubo un momento en que el que dudé que fuese a ser capaz de esquiar, al menos, ese día.

El motivo de que no impartiesen clases ayer es que los monitores tenían que estar pendientes de la visita de un colegio. Los más pequeños tendrían unos 4 o 5 años pero estoy segura de que yo necesitaba infinitamente más ayuda que cualquiera de ellos. De hecho, verlos pasar una y otra vez por delante mía para tirarse, subir y volver a tirarse, insisto, una y otra vez, no hacía más que sumirme a mí en la humillación más absoluta. ¿Conoceis esa sensación de que cuánto más te lo piensas más miedo te da?? Pues yo comencé con canguele y terminé atacá de los nervios. Pensaba yo que para partirme una pierna, un brazo, en fin, para hacerme daño, y encima hacer el ridículo ante tanto pequeñajo sin escrúpulos, siempre habría tiempo. Después me tuve que tragar mis pensamientos, puesto que más de uno me echó un cable alguna vez...

En fin, la experiencia es indescriptible. Cuesta trabajo arrancar, da miedo, mucho miedo. Y las siguientes veces, cuando aún no sabes muy bien qué narices haces allí, también. Pero llega un momento en que empiezas a cogerle gusto y no puedes parar. No puedo explicar muy bien el por qué, porque el caso es que sigues teniéndole el máximo respeto a unas prolongaciones de tus pies que, en al menos una tarde, no llegas a considerar como tuyas. Pero, el caso, es que mola mogollón. Y al final, fueron 4 horas esquiando a tope.

Lo mejor de todo fue cuando a partir de las 8 de la tarde se empezó a quedar vacía la pista y, hasta las 9 que nos fuímos, estábamos prácticamente solos. Esa hora fue la que me hizo coger mayor confianza porque, siendo sinceros, tranquiliza saber que hay escasas posibilidades de llevarte a alguien por delante a tanta velocidad y sin tener controlado aún cómo doblar para los lados y, sobre todo, sabiendo que en lo alto están los padres de los cientos de niños observando cada movimiento NUESTRO, claro, en sus niños si confían...

Para responder a mi amigo el impaciente, he de decir que no me caí demasiado. Más bien, me tiré muchas veces. En serio, cuando no sabes ir despacio, ni doblar, ni nada y eres consciente de que has perdido el control por una bajada, a unos tantos mil kilómetros por hora, el acojone es tal que te aseguro que tú también te terminarías tirando.

Por otro lado, no sé como se dice "¡mierda, otra vez!!" en finlandés, pero me hubiese hecho más falta, seguro "¿qué coño hago yo aquí?", que es algo así como: "Mitä helvettiä teen täällä?" He usado un traductor para poder escribir la gracia y al final la gracia ha sido descubrir que la palabra mal sonante que yo utilizaría me la traduce por "demonios". Bueno, así son estos finlandeses, tendré que lavarme la boca con jabón antes de salir de casa... De todos modos, sería demasiado largo para que me saliese así, como quien no quiere la cosa...

Dejando ya de lado el par de aclaraciones que tenía pendientes, una cuestión que a mí me llamó bastante la atención es que, cuando eres novato, no es recomendable utilizar los típicos bastones porque pueden provocar caídas y, a su vez, esas caídas puedes resultar más peligrosas. Ahí queda, como dato ;)

También es digno de mención la helada que comenzó a caer a última hora, a -9º grados de temperatura. Dani me explicó que cuando hace mucho frío (era el caso) la nieve cae en forma de diminutas escamas de hielo, directamente hielo. Es impresionante ver como están cayendo sobre tí millones de cristalitos gélidos de colorines como si fuesen papelinas de carnavales o del día de Reyes.

En fin, no me enrollo más y os dejo con la prueba gráfica de la experiencia que os relato. Pueden observar como Dani no para de aconsejarme y como niños, más pequeños que un botón, pasan por delante mía más anchos que panchos. Quién me iba a decir a mí ayer, cuando Dani me dio los buenos días (atentos cuando empieza a sonar la canción), que horas después iba a estar tirándome por semejante pendiente, ¡durante 4 horas!!

Por cierto, vergüenza me tenía que dar a mí subir esto. ¿O no?. ¡Gracias "operador"!





Música y montaje: Dani

jueves, 11 de febrero de 2010

Minä en puhu suomea

La nueva andadura, la de verdad, empezó el martes. Esta etapa que ahora empieza va a ser distinta. Ya no estaré "de vacaciones", turisteando, afotando y, de vez en cuando, haciendo labores "amacaseras". No. Ahora se trata de integrarme en esta ciudad y conseguir pasar desapercibida entre la multitud, como una más. Estoy empezando a organizar mi día a día, marcando cuáles van a ser esas actividades rutinarias que todos necesitamos para poner orden en nuestra vida y que son necesarias para disfrutar a tope cuando existe la necesidad de prescindir de ellas. Aquello que conocemos como "desconectar". Yo, por ahora, ya he desconectado bastante. Demasiado diría. Ahora toca ponerse las pilas y desde que pusimos pies en tierras escandinavas (sí, escandinavas!) las tareas se multiplican: ¡esto promete!

El vuelo hacia Helsinki despegó a las 7.00 de la mañana, todo un clásico ya. Después de unas cuantas horas de vuelo, haciendo transbordo en Madrid, y media hora larga en taxi hasta casa, a eso de las 17.30, me encontraba sentada en una silla de una banca de una Universidad, en el centro de Helsinki. Se supone que en clase de finlandés, recibidas en inglés... Os podréis imaginar mi estado de perturbación cuando acabó la clase, 3 horas después, y con tres clases de desventaja con el resto de compañeros, a pesar de mis intentos fallidos de ponerme al día durante el vuelo... Lo único que he sido capaz de pillar es: "Minä en puhu suomea" o, lo que es lo mismo, "no hablo finlandés". Ha quedado claro. Igual que queda claro que, una de esas actividades rutinarias de la que hablaba, es ponerme al día para el próximo martes, si no quiero ponerme roja como un tomate cuando a la profesora le de por preguntarme a mí. El otro día se apiadó, supongo que, aparte de saber que era mi primer día, mi rostro atemorizado y perdido en el limbo me delataba.

Ayer estuve prácticamente todo el día recogiendo maletas y poniendo ese orden físico que tanto necesito para llevar a cabo el mental. Me llevó más tiempo del que imaginaba pero ahora vuelvo a estar, nuevamente, "como en casa". Por la tarde salimos a comprar una equipación de esquí: chaqueta, pantalón con tirantes, guantes y ropa interior térmica. De vuelta nos paramos a tomarnos un buen chocolate calentito en una cafetería con mucho encanto situada al final de Splanadi, muy cerca de casa.

Dentro de un par de horas voy a una estación de esquí para ver lo que da de sí todo lo que me compré ayer. No he encontrado hueco para recibir clases así que, no me quedará más remedio: "¿Dani, me enseñas??" Estoy segura que más de uno pagaría por verlo...jajaja!

Y no, no se me olvida mencionar que estamos a unos -10º/-12º. Muucho frío, pero llevadero. Supongo que la cantidad de ropa térmica que hemos ido reuniendo, desde que llegamos Finlandia allá por noviembre, tendrá mucho que ver ;)

Pues nada, bienvenidos y bienhallada. Poco a poco, más.