A principios de agosto fuimos a conocer Tampere, una ciudad situada a unos 170 kilómetros al norte de Helsinki. Casualidades de la vida, mi hermana Iria Comesaña, periodista de El Correo de Andalucía, estuvo en este mismo lugar, aproximadamente un mes antes, por motivos de trabajo. El caso es que se inauguraba una línea aérea entre Málaga y Tampere y enviaron allí a algunos profesionales de la comunicación y ella fue uno de ellos. Pues bien, no nos vimos. Se dio la coincidencia de que a Dani y a mí nos pilló de vacaciones en Londres. Las cosas que pasan.
Pero como no hay mal que por bien no venga, tengo conmigo un excelente artículo sobre Tampere, escrito por una profesional para el deleite de todos. Yo me limitaré a subir las fotos que hice estando allí y alguna que otra nota informativa sobre ellas, a modo de guía.
Mi consejo es que os leáis antes su texto porque en mis comentarios iré haciendo referencia a él. Hay varias diferencias entre ambos viajes porque ella estuvo creo que tres días (lo cual me parece excesivo para ver lo más importante de la ciudad) y nosotros sólo echamos uno (que se nos quedó pelín corto y, además, fue agotador). Quedarse una noche allí a dormir para disfrutar además de la vida nocturna local creo que es lo ideal si estás pensando viajar a Tampere.
Comenzamos pues.
Nosotros llegamos desde Helsinki a Tampere en un tren llamado Pendolino (sí, curioso nombre...). Nos costó unos 34 euros por trayecto, es decir, 78 ida y vuelta, pero sólo se tarda hora y media en llegar.
Al salir de la estación fuímos directamente hacia la Catedral, preciosa por dentro y por fuera.
No vimos ni la iglesia luterana de Kaleva, ni a la biblioteca municipal Metso, ambas diseñadas por los arquitectos Raili y Reima Pietilä pero, viendo fotos por internet de ambas construcciones, no habrá más remedio que volver para cubrir la parte arquitectónica de la ciudad.
Buscando el centro de Tampere dimos con uno de los saltos de agua de los muchos que hay.
Lo siguiente que podéis ver es una de las fachadas de un enorme complejo comercial y de negocios construido sobre las antiguas fábricas que se levantaron ya hace dos siglos.
Tanto dentro como fuera de estos edificios, aún se conservan antiguas maquinarias que hoy día se muestran como elementos decorativos.
En las imágenes desde dentro de uno de los centros comerciales que visitamos se puede ver cómo se combina lo moderno, lo actual, con restos de lo que fue, en su día, la fábrica, como las vigas de la segunda foto en la que aparece señalado el peso que eran capaces de soportar las poleas. Aconsejable la visita.
Desde cada punto de la ciudad se puede ver la multitud de chimeneas de ladrillos vistos que permanecen desde aquella época de auge industrial.
Hasta más o menos el mediodía, nos hizo un tiempo de perros, no paraban de caer chaparrones. Esto hizo que nos tuviésemos que parar, en contra de nuestra voluntad, a tomar sendas cervezas y un karpalo lonkero. Resultó que el sitio, llamado Plevna, está entre los primeros treinta mejores restaurantes de Finlandia y tienen un amplio menú de cervezas fabricadas por ellos mismos. Detrás de la camarera se pueden ver algunos de los barriles donde fermentan la cebada. Me dio un poco se susto pedirle la foto pero la verdad es que fue muy amable con nosotros.
Para almorzar fuimos al mismo restaurante que recomienda mi hermana en su artículo, Heinätori. Es un sitio acogedor y el servicio es muy correcto. La comida estaba deliciosa. Lo ideal hubiese sido que nos hubiese hecho buen tiempo para poder disfrutar la terraza que se veía desde dentro. Nos sorprendió que el local estaba completamente vacío cuando llegamos, a eso de la una de la tarde, pero nos estuvo contando el dueño que esperaban que los invitados de una boda llegasen en cualquier momento.
Es muy común en Finlandia encontrarte tumbas formando parte de algún parque o zona verde de paso. Es algo curioso y para nada desagradable.
Después de un agradable paseo, llegamos a la plaza de Keskustori, amplia y rodeada de edificios solemnes, entre ellos una iglesia y un teatro. A partir de ahí la ciudad cobra vida, las calles se llenan de gente, de mercadillos y de terrazas donde parar a tomar un descanso. En muchas de las fotos se pueden apreciar las chimeneas de las que antes os hablé.
A continuación una serie de fotos de la ciudad. El río que la atraviesa se llama Tammerskoski.
Tras cruzar ese puente, llegamos a la parte de la ciudad donde se encuentra el Estadio Olímpico de Tampere. Allí se estaba disputando un Campeonato Junior de Atletismo y aprovechamos para hacer una parada.
Por último, ya de camino a la estación, paramos a ver la iglesia ortodoxa que lamentablemente estaba rodeada de andamios y tablones por todos lados. Guarda un enorme parecido con la Uspenski, la iglesia ortodoxa de Helsinki, aunque ésta es más estrecha, menos imponente. Una vez dentro, el altar llama la atención por ser un espacio tan reducido como ostentoso.
A Jesús le dio por coger un plano de la ciudad que resultó tener un tamaño poco práctico. El caso es que, no sé si por la dificultad de maniobra o por la desorientación, se llevaron un rato dándole vueltas. Dejo que ellos sean los que expliquen qué se traían entre manos. Yo reconozco que no me enteré de qué iba la cosa, es más, durante todo el día me dejé llevar pero, a modo de compensación, cumplo como buenamente puedo con mi parte: la crónica y las fotos. Y éstas no podían quedarse fuera:
Parece bonito.
ResponderEliminarBesitos
Una cosa que ha faltado por aquí es que la fábrica de Finlayson (el centro comercial de las fotos) fue el primer sitio de los paises nórdicos con luz eléctrica, gracias a la turbina que montó en el salto de agua el señor Finlayson, de los Finlayson de siempre de toda la vida de la misma Escocia.
ResponderEliminarAntes que en Estocolmo o Copenhague, en Tampere ya tenían luz eléctrica.
Osea, que fueron unos iluminados.
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