Se ha celebrado el día en honor al poeta Johan Ludvig Runeberg, que hoy habría cumplido añitos. Es curioso porque tratándose del poeta nacional finlandés, toda su obra está escrita en sueco ya que era éste el idioma oficial en Finladia en aquella época. Es el autor de Fänrik Ståhls Sägner, considerado el poema épico finlandés más importante al margen del Kalevala. El poema describe los eventos de la Guerra de Finlandia en la que ésta pasó a formar parte del imperio ruso como un ducado autónomo. Fue publicado en dos partes, una en 1848 y la otra en 1860. El reconocimiento por parte del país es tal, que el primer capítulo del poema también se convirtió en la letra del himno nacional finlandés.
Y toda esta historia a cuento de qué. Pues a cuento de que hace tiempo que vengo viendo en todas partes unos pastelitos cuquísimos y resulta que se hacen en homenaje a él. Desde finales de enero hasta hoy se pueden encontrar en cualquier pastelería estos dulces, hechos a base de bizcocho con almendras y bañados en ron, que el poeta normalmente degustaba durante el desayuno acompañado de punsch, licor sueco dulce que se sirve caliente. Vamos, que se ponía fino antes de escribir. Originariamente era una tarta, receta de su mujer, cubierta de una mermelada rodeada por un anillo de azúcar, pero hoy en día abunda más la versión individual, del tamaño de una magdalena y, para que engañarnos, comercialmente más efectiva.
¡Ah! y en Porvoo, lugar donde vivió muchos años y donde falleció Runeberg, que recomiendo visitar, a ser posible cubierto de nieve, se pueden encontrar durante todo el año. Por lo visto estos dulces únicamente se consumen en Finlandia pero, para que os hagáis una idea, saben parecidos a los que se hacen de bizcocho borracho.
Y yo, que me quedé prendada con la historia imaginándome a la mujer cocinándole a su marido constantemente su dulce favorito, ayer hice lo propio con el mío, aunque el detalle fuese menos artesanal por mi parte. Eso sí, los compré en el mercado de Hakaniemi que horas antes me habían dicho que eran los más exquisitos de la ciudad. Y ciertamente, estaban de muerte. Ahora entiendo la adicción que se gastaba este buen hombre.
Y toda esta historia a cuento de qué. Pues a cuento de que hace tiempo que vengo viendo en todas partes unos pastelitos cuquísimos y resulta que se hacen en homenaje a él. Desde finales de enero hasta hoy se pueden encontrar en cualquier pastelería estos dulces, hechos a base de bizcocho con almendras y bañados en ron, que el poeta normalmente degustaba durante el desayuno acompañado de punsch, licor sueco dulce que se sirve caliente. Vamos, que se ponía fino antes de escribir. Originariamente era una tarta, receta de su mujer, cubierta de una mermelada rodeada por un anillo de azúcar, pero hoy en día abunda más la versión individual, del tamaño de una magdalena y, para que engañarnos, comercialmente más efectiva.
¡Ah! y en Porvoo, lugar donde vivió muchos años y donde falleció Runeberg, que recomiendo visitar, a ser posible cubierto de nieve, se pueden encontrar durante todo el año. Por lo visto estos dulces únicamente se consumen en Finlandia pero, para que os hagáis una idea, saben parecidos a los que se hacen de bizcocho borracho.
Y yo, que me quedé prendada con la historia imaginándome a la mujer cocinándole a su marido constantemente su dulce favorito, ayer hice lo propio con el mío, aunque el detalle fuese menos artesanal por mi parte. Eso sí, los compré en el mercado de Hakaniemi que horas antes me habían dicho que eran los más exquisitos de la ciudad. Y ciertamente, estaban de muerte. Ahora entiendo la adicción que se gastaba este buen hombre.
Vaya tela... na más que voy a tener que volver a Filandia para ver el maldito Porvoo nevado de los cojones!!!!
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