- English version, click here -Oye, ¿te acuerdas que al principio tú y yo ni fu ni fa? Claro, tú estabas en el C, ¡bah!
¿Te acuerdas cantando
Losing my religion en el
Tierramedia cuando aún cabíamos sentados entre la ventana y la barra?
¿Te acuerdas cuando eras tímido, llevabas unas enormes gafas oscuras de carey y
algunas chicas insistían en que me tenías que gustar?
¿Te acuerdas de las pizzas a las 5 de la mañana?
¿Te acuerdas cuando vivíamos uno enfrente del otro?
¿Te acuerdas cuando te contaba chorradas en tu minúsculo cuarto mientras tu hacías como que escribías?
¿Te acuerdas que el año pasado me diste los tirones de oreja en octubre?
¿Te acuerdas la "película" que vimos de un chico compulsivamente maniático que colgaba su ropa en perchas en el armario del mejor - su - dormitorio, mientras la chica con la que convivía llenaba el salón de pañuelos de papel moqueados? Aquella vez que perdí 20.000 pesetas de golpe...
¿Te acuerdas cuando me enseñabas a jugar al billar en el
Ras?
¿Te acuerdas que fuímos los único que usamos el saloncito interior de
Nueva Florida?
¿Te acuerdas de la charla en las escalinatas de San Sebastián 15 hablándome de aquella chica?
¿Te acuerdas que te decían abejorro? Y no precisamente por lo pesado que puedes llegar a ser...
¿Te acuerdas que en
Santa Susana hay un placa con nuestros nombres? Primero el zumo y la tostada. El cafecito solo después, con el cigarro.
¿Te acuerdas que alguna vez fuímos juntos al
Ruedo?
¿Te acuerdas que una vez me dejaste tu cama para dormir porque mi madre no me abría la puerta?
¿Te acuerdas que te fuíste a Londres acojonao y ahora te los comes a tos con papas?
¿Y recuerdas que te debía algo?
Pues ahí vamos.
Álvaro es este chico que se fue a Londres no sé muy bien a qué pero que escribe
un blog cojonudo. Es un tipo especial. El verano pasado fuímos a visitarlo, pasamos allí cuatro días increíbles, con una calor espantosa pero con un anfitrión de lujo. Desde entonces tenía pendiente esta entrada. El listón estaba alto, por las nubes me lo colocó el chavalillo. Resulta que
él también vino a vernos a Helsinki en octubre y días después de regresar a Londres me dedicó
esta entrada. No puedo evitar de vez en cuando pasarme a echarle un ojo, a vigilar que sigue ahí. Es un regalo de esos que no tienen precio y que cada vez que lo leo para resetear ese estado nostálgico de turno siempre termina robándome alguna lágrima. Pero esta bien, gracias a él también tengo el antídoto emocional opuesto: el vídeo que grabó cuando estuvimos allí dándole la lata. Con este también lloro, pero de alegría. Me hace sonreir, carcajear y eso, finalmente, me carga las pilas:
El caso es que yo no soy mucho de grabar vídeos y menos si ya tengo al abejorro rondando todo el día camarita en mano. Pero como quería incluir una canción en mi dedicatoria he optado por un montaje fotográfico. Espero estar a la altura.
Amigo, te quiero.