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sábado, 19 de marzo de 2011

Volver

Volví a emocionarme.

Estrella Morente es sencillez con garra, voz dulce pero cargada de fuerza, elegantemente bella y con un aire de moza antigua fusionado con pasión moderna. Ayer actuó en el teatro Finlandia Talo de Helsinki y fue como esperaba, sublime.

No soy precisamente fan del flamenco, más bien me declaro gran desconocedora. Pero lo cierto es que hay gente que te llega, que te hace sentir, que te transmite. Y el directo de esta chica es para mí un regalo.

Hace ya años que la vi en el Auditorio de la Cartuja. No recuerdo cuáles fueron los factores que se desencadenaron para que yo acabase en ese concierto. No los recuerdo pero los bendigo. Qué manera de inventarse melodías, de voltear con sutileza el mantón, de hacerse parecer frágil, pequeña, para de repente levantar los brazos con rabia y fijar en nosotros esos grandes ojos negros enmarcados con su melena aleonada. Los vellos de punta a pesar de verla desde uno de los asientos más alejados del Rocío Jurado de Sevilla. Me recuerdo embobada y apenas me pareció que durase diez minutos un concierto de más de dos horas.

El de ayer fue muy distinto, el ambiente físico era más acogedor pero en las gradas no ardía la chispa que sólo se dispara en el sur cuando uno oye un palmeo, una gitarra española y unos golpes de cajón. Aún así tuvo también su magia. Empezó homenajeando a su padre, con flamenco fusión para todos los gustos. Después ya se metió en faena. Pero el momento estelar fue cuando empezó a entonar el famoso tango de Gardel, Volver. A mitad de la canción se adelantó en el escenario, soltó el micrófono en el suelo y se soltó la melena como le faltaba hacerlo. Es cierto, todo lo anterior fue bello pero quizás después de ese descaro ya sonaba sinfónico. Ahora empezaba a ser auténtico. Sus músicos la rodearon y formaron juntos un corro flamenco ante la atónita mirada de un público nórdico que sí que notó entonces que lo mejor estaba por llegar. Y fue llegando. Desde María de la O hasta cantarle un cumpleaños feliz a "her sister", sacándola a bailar. Además, casualidades de la vida, este concierto era mi regalo de cumpleaños también para Dani, así que ese cante, de parte de la mismísima Estrella, también fue para ti.

Y es que el punto de inflexión lo puso en Volver. El punto de inflexión...

Ahora ya es oficial, así que ahora ya os lo puedo contar. A finales de abril nos volvemos a Sevilla. Esta etapa finlandesa llega a su fin, mucho antes de lo esperado pero con muchos proyectos cociéndose ya en el futuro.

Ha sido, está siendo, una etapa increíble y siempre tuve clara las dos razones por las que la he disfrutado tanto: venir ilusionada y saber que era temporal. Es difícil adaptarse a una ciudad tan distinta a la nuestra pero si sabes que pronto formara parte de tu pasado es fundamental vivir cada día como si fuese el último. Y menos mal que así ha sido. Ahora me apena profundamente ver cómo todo esto que ahora es mi realidad, mi presente, mi vida, pronto será una bonita historia que poder contar.

Todavía quedan días y daré batalla, pero quiero aprovechar esta entrada para agradecer a todos los que han hecho que toda esta experiencia haya llegado a ser increíble, gracias a cada uno de vosotros habrá momentos que nunca olvidaré: los almuerzos a la hora del desayuno, hacer la rabona en power body y ser amonestada, paseos en el 3B sin pagar y después pagando, charlas sin chimenea, conciertos, kahvi y pulla en Succes, Carusel y Úrsula, language appointments en un mexicano, exposiciones, visitas, todas y cada una de ellas, ponches de Seven Up a las doce de la noche, cafelitos bañados en coñac, asesoramientos varios en Tori y Nº9, post pikkujoulu que nunca pudo ser en Sea Horse, avantouinti en Loviisa, fiestas finlandesas en casa, Loose los viernes, festival de cine sudamericano hablando de Galeano, saber lo difícil que es hacer un muñeco de nieve, frío en Kotka, cenas románticas y ver como sigo escribiendo este blog y como seguiré haciéndolo porque hay gente a la que le gusta.

Esto no es una despedida aún, pero resulta más fácil adelantar el contenido emocional ahora que sé que todavía tengo tiempo que aprovechar y muchas cosas por hacer aquí, entre otras, mil historias que contaros. Así parece como que no fuese conmigo. Cuando llegue el momento ya veremos cómo me las apaño para disimular...




¡Muchas gracias, a T O D O S!

martes, 15 de febrero de 2011

Y como no, Sibelius

No se puede escribir un blog desde Finlandia sin dedicarle una entrada a Jean Sibelius. Este buen señor es, junto a Runeberg, uno de los símbolos culturales del país. Para componer su obra se basó en la literatura nacional, sobre todo en los poemas, y en las costumbres y tradiciones finlandesas, como también hiciese su compatriota,. Es curioso leer sobre ese espíritu nacionalista y saber que ambos provenían de familias con afinidad sueca.

No os voy a dar el tostón con su vida y tal porque para eso está la Wikipedia, pero sí os cuento una cosa que me ha hecho muchísima gracia cuando la he leído. Como casi todos los grandes genios, con todo su arte y habilidades expuestas a toda crítica, Sibelius también tuvo sus defensores y sus detractores. Por lo visto su música fue novedosa pero quizás no lo suficiente como para tener contentos a todos y eso despertó muchas opiniones no demasiado favorables. El caso es que el tipo, al que poco le importaba lo que dijesen los críticos, comentó: "no presten atención a lo que los críticos dicen. Nunca se ha levantado ninguna estatua de un crítico". Jajaja, la verdad es que hay que reconocer que ahí estuvo cachondo el tío.

Además, la fresca la soltó antes de saber que levantarían un monumento en su honor. Está situado en el parque Sibeliuspuisto de Helsinki, en la zona de Töölö. Fue diseñado por Eila Hiltunen y construído en 1967, diez años después del fallecimiento del compositor. Se trataba de una obra de arte abstracto, así que decidieron incluir una efigie de Sibelius para completar el trabajo. Si te fijas, puede verse cerca de la esquina inferior derecha de la fotografía.



Y ahora os confieso algo.

Un día del pasado diciembre, yendo para el gimnasio, estaba cayendo una nevada impresionante. Los copos eran gordos, suaves y muy abundantes, apenas parecían bolas de algodón, Sólo estuve dentro un par de horas pero cuando salí aquello parecía otro lugar. La calle donde está el gimnasio había sido cortada al tráfico y los finlandeses se apresuraban a desenterrar sus coches para el día siguiente. Todos hablaban en finlandés, obviamente, pero se entendía perfectamente que entre ellos comentaban la espectacularidad de aquella nevada. Sonrientes, que ya es raro sobre todo cuando te los ves pala en mano, conversaban mientras quitaban esa manta blanca que cubría sus vehículos. En apenas un rato la nieve hizo de las suyas y ellos, cómplices, jugaban con ella al escóndite buscando cada uno su automóvil.

Fue divertido y extraordinario.

Como también lo fue cruzar mi calle, Tähtitorninkatu. Parecía estar atravesando algún decorado de cine que bien podría habérsele antojado al mismísimo Tim Burton. Precisamente fue al día siguiente cuando tomé las fotos en Tähtitorninmaki, ya sabéis, el jardín de mi casa.

Lo sé. Igual ando ya pesada con la nieve, pero a mí me sigue fascinando como el primer día. Tanto es así que cogí la cámara y grabé un vídeo de once minutos que, claro está, pretendía ser de uso y disfrute personal. Pensé que quizás sería demasiado largo para mostrarlo y que es una de esas situaciones que, por más que muestres o intentes explicar, es necesario ver con tus propios ojos. Por otro lado, no veía por donde poder recortarlo para compartirlo con vosotros, porque perdería la gracia y seguiría sin apreciarse la verdadera esencia del directo. Así que, eso, decidí quedármelo para mí, para poder recordarlo siempre.

Y qué pasó. Pues que ayer pensé que hoy os hablaría de Sibelius y que tendría que acompañar la entrada con una de sus composiciones. En principio había pensado en Finlandia, su composición más conocida y que fue usada en la película "La Jungla 2", protagonizada por Bruce Willis. Pero después recordé mi vídeo de 11 minutos y 3 segundos y pensé que si encontraba una pieza compuesta por Sibelius que durase lo mismo que el vídeo, lo subiría. Y allí estaba la Sinfonía no.1, en mi menor, Opus 39, Andante, ma non troppo, Allegro enérgico, a la que ya le tengo un cariño especial, entre otras cosas por durar lo mismo exactamente que mi vídeo y, por supuesto, por haberla escuchado mil veces para editarlo.

¿Coincidencia? No lo creo :)

Así que, ya os lo he dicho, el vídeo es largo. Pero además, para más inri, está mal grabado y la técnica del enfoque en movimiento aún me gana la partida. Todavía no sé como aprobé el exámen de cámara de vídeo de la asignatura de Imagen Audiovisual. Espero que aquel profesor, si lo ve, no se eche las manos a la cabeza. Mejor dicho, espero que no lo vea... :P

Pero aún así es mío, lo he hecho yo y me encanta que al final lo vayáis disfrutarlo vosotros también.

Solo un par de recomendaciones: pantalla completa y auriculares o, lo que es lo mismo, música, imagen y tú. Nada más. Y si la imagen al final te aburre, ¡sólo tienes que cerrar los ojos! :P




Y para que no tengáis que buscar la pieza Finlandia, que se que os dará pereza aunque sintáis curiosidad por saber si la conocéis o no, ahí va un vídeo:





Y disfruten, disfruten mucho de Sibelius y de la música clásica en general. Es la que realmente nos amansa cuando nos convertimos en fieras.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Paquete sorpresa

Este año mi cumpleaños ha sido especial.

No es la primera vez que el día 11 de septiembre lo paso fuera de Sevilla, pero siempre he vuelto dentro del margen oficialmente aceptable que permite llevar a cabo una celebración.

Y no es precisamente la celebración lo que se echa en falta a tantos kilómetros, sino ese beso de tu madre recordándote la hora exacta a la que naciste, el calor de ese abrazo fuerte, apretado, acompañado de una tierna mirada de cada una de tus hermanas, la ensalada de pasta en el patio de la casa de mi padrino con toda la familia cantándome el cumpleaños feliz o saber que tus amigos no son capaces de ponerse de acuerdo para ir a almorzar y acabar yendo siempre a Los Ponys (¡a mí me encanta ese plan!)

Este año me ha faltado todo eso. Pero como todo, ha sido compensado con sensaciones que, por ser distintas, no han dejado de ser mejores, sino sólo eso, distintas.

El viernes me llegó a casa un paquete que me enviaban mi madre y mis hermanas y tenía instrucciones de no abrirlo hasta el sábado que fuese mi cumpleaños. Tuve la suerte de que llegase sólo un día antes pero, aún así, la espera se me hizo interminable. Es una sensación parecida a cuando abres los ojos a mitad de la noche de Reyes, sabes que están ahí los regalos pero es demasiado temprano para leventarte. No sé, algo así. Afortunadamente, Dani me regaló unas entradas para ver a Sting esa misma tarde noche y las últimas horas pasaron volando.

Menuda pasada de concierto. Sting cantando acompañado de la Orquesta Real Filarmónica de Londres. Estábamos bastante lejos, todo hay que decirlo, pero el sonido era espectacular. Y, claro, me emocioné. Sting me trae demasiados recuerdos que también formaron parte de aquel regalo. Una maravilla.



El disco del que sale esta gira se llama Simphonicities y merece la pena escucharlo con los cascos puestos, abstrayéndote de todo, del mismo modo que lo hacía John Cusack en Alta Fidelidad...

Estaba claro que el paquete alcalareño lo abriría antes de acostarme. La duda era si a las doce hora local u hora de España. Cuando llegué a casa tenía un mensaje de mi hermana: "Oye, hasta tu cumple EN ESPAÑA, no lo vayas a abrir, eh? jejeje...." Cualquiera, vamos... Y, pacientemente, esperé.



Al día siguiente no pudimos resistirnos a abrir una de esas latas de mejillones, concretamente la de salsa de vieira, ¡¡mmmm, estaban deliciosos!! Y después salimos a celebrarlo con una cena en el Mecca y un número inimaginable de mojitos en un bar llamado Cuba, que lo único que tenía de cubano era el nombre.

En cuanto al vídeo del concierto, era sólo para demostrar que estuvimos allí porque, desde luego, no hace justicia a lo que vimos. Os dejo este enlace para que os hagáis una idea.

Aprovecho para agradecer, nuevamente, todas las felicitaciones que he recibido vía móvil e internet y aprovecho para romper una lanza a favor de aquellas que llegan a través de los recordatorios de las redes sociales. A mí personalmente me hacen también mucha ilusión. Facebook te puede avisar de lo que sea pero si no te apetece, pues no felicitas y listo. Por otro lado, hay gente que realmente se curra su mensaje cumpleañero y lo acompaña de verdaderas joyas visuales que, de no ser así, desconocería. Y, por qué no decirlo, a mí me viene la mar de bien que estas páginas me recuerden ciertos cumpleaños y no veo que hay de malo en felicitar de este modo a gente que si no fuese así no harías, simplemente, por desconocimiento.

De entre todas las felicitaciones que he recibido, no puedo evitar sentirme especialmente orgullosa de ésta, ha sido todo un regalo:


Y ésta otra no hace más que probar que las nuevas generaciones nos van pisando los talones con el uso de la tecnología. Tendríais que ver las de cosas que "inventa" mi sobrino Nicolás cada vez que hablamos con él por Skype, siempre encuentra el encuadre perfecto y esta vez no podría haber sido más adecuado:



¡Ah, Dani también me ha regalado una raqueta de tenis!, ¡qué tiemble Nadal! Y ya que estoy, aprovecho para desearle toda la suerte del mundo porque esta noche juega contra Djokovic la final por el único título de Grand Slam que le falta, el de US Open: ¡vaamooosss Rafa!

miércoles, 23 de junio de 2010

La teoría de los farolillos

Hace tres semanas, coincidiendo con la visita de Antonio y Susana, fue la feria de Alcalá de Guadaíra, mi pueblo. Desde que soy capaz de recordar, ésta es la segunda vez que me ponen falta de asistencia allí. La primera fue estando en séptimo de EGB, que me pilló una neumonía que me tuvo cerca de un mes encamada y tapada con el edredón hasta el cuello. Sí, en junio, mientras todos alternaban la feria con remojones en la piscina en mi casa. Recuerdo como primo Alberto pasó muchas horas conmigo cuando le dieron las vacaciones, entreteniéndome y haciéndome reir. No me queda un mal recuerdo de aquéllo, salvo la inyección diaria en las nalgas...

A lo que iba. Es la segunda vez que falto. Siempre por causa mayor. Y he esperado a no tener morriña para poder publicar esta entrada en condiciones, sin ser muy pastelosa, que me conozco.

Y aquí nos vimos cuatro alcalareños, una de adopción pero casi que no se le nota, con una botella de manzanilla, sevillanas y una teoría sobre los (no) farolillos en Helsinki.

Hablando de farolillos, hace poco leí que fue en 1877 cuando se utilizaron por primera vez en la Feria de Sevilla los llamados farolillos venecianos, que son los que se siguen utilizando hoy día, y que tienen su origen en el conocido carvanal italiano. Últimamente, ya ven, va la cosa de carnavales.

Y, hablando de farolillos, he aquí la teoría:



La canción, preciosa, es del grupo porterodelantero


Dejo vía libre para que Dani resuma todo aquéllo que nos contó durane la grabación del vídeo. Estad atentos a los comentarios, ¡su teoría es, si cabe, más interesante que la de los farolillos!

Y para terminar, agradecer a todos aquéllos que os acordásteis de nosotros en feria y brindastéis a nuestra salud. Y a los que no, ¡qué caraio, la feria está para olvidarse de todo! :)

Y ahí van las pruebas de que Clemente es un hombre de palabra: ¡gracias!





Esta entrada se la dedico a alguien muy especial. Igual este año tendría que haber estado en Alcalá en feria. Y no precisamente para bailar sevillanas. O si, quién sabe. Ánimo, pequeña. Te quiero.

Y a tí, Dani, nueve años. Y diez. Y cien.

lunes, 21 de junio de 2010

La caja mágica

Durante el invierno, mientras nos tomábamos un chocolate caliente en Kapelli para combatir el frío, veíamos, frente por frente un cubo acristalado, cerrado, con pinta de habitación para nada pero con apariencia de tener alguna utilidad más aparte de la de reposar ahí, en pleno corazón de la ciudad.

Hace un par de meses, coincidiendo con la llegada del buen tiempo - llamesé buen tiempo a un cielo normalmente despejado y temperatura media de unos 15ºC - por fin pudimos despejar las dudas. Es un lugar en el que cada día hay actuaciones de todo tipo. Merece la pena pasar por ahí y parar, al menos un par de minutos, para prestar atención a lo que ese día toque: música clásica, coro de voces a capela, grupos de rock adolescentes o negros percusionando. Todo tiene cabida ahí. Y, si es verdad que merece mucho la pena, es posible disfrutarlo sentado en uno de los bancos colocados frente al escenario para ese fin.

Pero de todas las actuaciones que he tenido el gusto de ver, unas de pasada, otras quedándome embelesada y alguna que otra sin pena ni gloria, sin duda alguna la que se lleva la palma es la de los grupos de niños de colegio, celebrando el fin de curso con versiones de lo más variopintas, la mayoría de ellas de temas célebres muchísimo antes de que algunos padres de los protagonistas fuesen concebidos. Ahí es nada. Menuda fiesta tenian montada los chavales. Normalmente en los bancos hay algunas personas sentadas, pocas. El resto, el que está de pie, va yendo y viniendo, pero siempre son distintas las caras cada vez que uno pasa. Pero en este caso no era así. Yo pasaba rápido cerca de ahí para hacer unos recados, hasta que escuché un griterío propio de un concierto de Hanna Montanna y no tuve más remedio que desviar mi camino. Después de quedarme un rato embobada, esbozando una sonrisa y observando tal expectación, decidí ir a por la cámara para poder compartirlo con vosotros. Aproximadamente tardé una media hora. Cuando volví no sólo estaban exactamente los mismo que ya estaban, ocupando sus mismos sitios, si no que había aún más gente, saltando, brincando, tocando palmas y entonando todas las canciones. Sobre todo a pie de escenario, cómo deber ser. Y los chicos, cada vez más entusiasmados, como no podía ser de otra manera visto el fenómeno fan, dándolo todo. Nunca ví aquéllo, ni de lejos, tan animado. Me encantó. Ahí os dejo con una pequeña muestra de lo que aconteció. No fue de las mejores ni de las más animadas pero la canción me hizo decantarme por ella. ¡Ala, qué lo disfruten!