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jueves, 23 de septiembre de 2010

Andorra: drinks, cinema & billard fussion

Andorra es un lugar emblemático en Helsinki, ubicado en los bajos de un edificio que fue construído a principios del siglo XX y reformado en los años 60. Situado en el centro de la ciudad, es un complejo cultural y de ocio compuesto por cuatro locales: Corona, Kafe Moskova, Dubrovnik Lounge & Lobby y Kino o, lo que es lo mismo, bar, café, billares y espectáculos. Cada uno tiene su propia esencia individual pero es el conjunto de todos el que le provee de esa originalidad y ambiente único que posee. Y que mejor que la semana en la que se ha celebrado aquí el Festival Internacional de Cine para hablar de un lugar que va ligado, desde sus comienzos, al Séptimo Arte.

Los hermanos Kaurismaki, Aki y Mika, directores de cine finlandeses, fueron los fundadores del bar Corona y de Kafe Moskova. Tengo entendido que decidieron abrirlos hartos de que porteros arrogantes les negaran la entrada a clubs y locales nocturnos en la década de los 80. En el documental Timanttikoirien Vuosi 1984, proyectado ayer con motivo de la celebración del festival, comentaban cómo durante esos años empezó a florecer una nueva forma de ver la vida que contrastaba con aquella ciudad gris, homogénea, que sólo pensaba en trabajar. La juventud que reivindicaba el cambio estaba mal vista y eso hacía que se les prohibiese la entrada en muchos de los locales nocturnos de moda por ser considerados unos futuristas rebeldes, con estilos variopintos, en contra del sistema autoritario establecido hasta entonces. Probablemente este fuese el caso de estos dos directores, que pretendían mostrar al mundo, a través de su cine, las miserias y desgracias de una sociedad estancada en el pasado. Hoy en día no tengo muy claro si ellos siguen siendo sus propietarios pero la decoración y la atmósfera conseguidas delatan el rastro influyente que ellos marcaron en su día.

Corona cuenta con 10 mesas de billar, a menudo ocupadas, y una gran gama de bebidas y aperitivos con los que acompañar las partidas. Nosotros hemos estado allí en un par de ocasiones y es un lugar muy agradable. Allí fue donde vi por primera vez como la gente salía fuera a fumar dejando sus bolsos colgados de la barra sin preocuparse de que se los fuesen a quitar. No contaban con que a su lado había españoles...¡Nooo, es bromaaa!!!






Bajando las escaleras se encuentra la sala Dubrovnic Lounge, que el pasado miércoles tuve la suerte de conocer. En ella proyectaban Finnish Pearls, una serie de 7 cortometrajes finlandeses, formando parte de la programación del festival de cine (más información y crítica aquí). Recomiendo a todo el mundo que tenga la oportunidad de pasarse por allí, que lo haga. Decorada con un estilo muy neoyorquino, en ella se pueden ver distintos tipos de espectáculos mientras te tomas una copa, incluyendo cine y teatro. Tiene una barra al fondo abierta mientras dura la función y se puede hacer uso de ella en cualquier momento. Tanto es así, que hubo gente que vio los cortos sentados en los taburetes que la rodean. Al ser un salón multiusos, muchos de los sitios para sentarse a ver la función eran sofás y butacones. Es un lugar con un encanto especial, sin duda. La anécdota fue cuando a un hombre, ya entradito en años, le entró la risa y no podía aguantarse, en un momento de la proyección además inapropiado, hasta que tuvieron que 'invitarlo' a salir. Lo de beber alcohol mientras ves una película tiene su conque pero, lamentablemente, estos finlandeses pierden toda su refinada educación (¿o deberíamos llamarlo introversión?) cuando están bebidos. Es evidente que la iniciativa de exhibir una película en un lugar de este tipo hace que tu comportamiento deba ser más permisivo que en una sala de cine convencional. Y compensa cuando conoces las reglas del juego. Pero esta situación me resultó desconcertante y apuesto a que a los presentes también. Pero una cosa no quita la otra y yo estoy deseando volver.




En esa misma planta también está la sala Kino, la primera sala de cine y teatro de Andorra, que tiene un aforo de 183 espectadores y donde ayer vimos el documental sobre el cambio de mentalidad que tuvo lugar en la ciudad durante los 80. Ambas salas, Kino y Dubrovnic Lounge, están unidas por un vestíbulo que recibe el nombre de Dubrovnic Lobby y que cuenta con otra barra y con una capacidad para cien personas. Todo ello se puede reservar para hacer fiestas privadas, festivales o cualquier tipo de evento social-cultural.


Aki Kaurismaki en la sala Kino (imagen: Helsingin Sanomat)


En el local de al lado del Corona se encuentra el Kafe Moskova, un lugar mucho más íntimo y recogido que los anteriores, con la misma tendencia decorativa y ambiental pero con alguna que otra pincelada soviética. Mientras te tomas una copa puedes escuchar de fondo, tanto música tradicional rusa, como fragmentos de discursos de Lenin y música propagandística de la antigua URSS. También es posible disponer de él para celebraciones privadas.



lunes, 21 de junio de 2010

La caja mágica

Durante el invierno, mientras nos tomábamos un chocolate caliente en Kapelli para combatir el frío, veíamos, frente por frente un cubo acristalado, cerrado, con pinta de habitación para nada pero con apariencia de tener alguna utilidad más aparte de la de reposar ahí, en pleno corazón de la ciudad.

Hace un par de meses, coincidiendo con la llegada del buen tiempo - llamesé buen tiempo a un cielo normalmente despejado y temperatura media de unos 15ºC - por fin pudimos despejar las dudas. Es un lugar en el que cada día hay actuaciones de todo tipo. Merece la pena pasar por ahí y parar, al menos un par de minutos, para prestar atención a lo que ese día toque: música clásica, coro de voces a capela, grupos de rock adolescentes o negros percusionando. Todo tiene cabida ahí. Y, si es verdad que merece mucho la pena, es posible disfrutarlo sentado en uno de los bancos colocados frente al escenario para ese fin.

Pero de todas las actuaciones que he tenido el gusto de ver, unas de pasada, otras quedándome embelesada y alguna que otra sin pena ni gloria, sin duda alguna la que se lleva la palma es la de los grupos de niños de colegio, celebrando el fin de curso con versiones de lo más variopintas, la mayoría de ellas de temas célebres muchísimo antes de que algunos padres de los protagonistas fuesen concebidos. Ahí es nada. Menuda fiesta tenian montada los chavales. Normalmente en los bancos hay algunas personas sentadas, pocas. El resto, el que está de pie, va yendo y viniendo, pero siempre son distintas las caras cada vez que uno pasa. Pero en este caso no era así. Yo pasaba rápido cerca de ahí para hacer unos recados, hasta que escuché un griterío propio de un concierto de Hanna Montanna y no tuve más remedio que desviar mi camino. Después de quedarme un rato embobada, esbozando una sonrisa y observando tal expectación, decidí ir a por la cámara para poder compartirlo con vosotros. Aproximadamente tardé una media hora. Cuando volví no sólo estaban exactamente los mismo que ya estaban, ocupando sus mismos sitios, si no que había aún más gente, saltando, brincando, tocando palmas y entonando todas las canciones. Sobre todo a pie de escenario, cómo deber ser. Y los chicos, cada vez más entusiasmados, como no podía ser de otra manera visto el fenómeno fan, dándolo todo. Nunca ví aquéllo, ni de lejos, tan animado. Me encantó. Ahí os dejo con una pequeña muestra de lo que aconteció. No fue de las mejores ni de las más animadas pero la canción me hizo decantarme por ella. ¡Ala, qué lo disfruten!